Qué decir de la llegada a los monumentos megalíticos en un día como aquel, soleado, solitario, templado. Los campos de cebada que los rodean y el trinar de los pájaros era lo único que distraía el pensamiento acerca de personas anteriores en ése lugar. Sobrecogerse paseando por el escenario de la batalla de Culloden y reflexionar sobre lo inútil de las guerras. Comprobar que nuestro Caballero Andante está presente en los tapices del castillo de Cawdor, han sido momentos que guardaremos en el libro de nuestras vivencias. Gracias J.R
Momo y Dina. Sevilla